domingo, 16 de enero de 2011


Así el cuerpo sea
La palabra primera
Manifestación de un insolente pendejo
Un puto domingo.
Y en ese odio húndase la palabra primitiva
La voz de Cristo
En las voces que nos dejan.
Caverna retorcida por míseros delirios
Se fue, y él contigo
Hundió lo fugaz de esta guerra.
La palabra primera, urdida en mi cuerpo.
Diferente en cada boca, ilusión en tantas de ellas.
Y así  el cuerpo sea el acontecimiento perfecto
Devastación, cuyo nombre no sé repetir.