viernes, 9 de marzo de 2012



Días que no llegan
Como balas que no llegaron en el tiempo que se quiso,
Y se propagan como la obsesa sentencia de no percibir el futuro.
Como el ser humillado por las manos equívocas,
Sin tener dinero,
Con la cabeza espesa
Por no creer en la falsa importancia de un metal.
Practicar la tristeza como la religión en las venas,
Ser ateo de tanta sobra de cada día.
Ajeno a la tristeza autómata,
Ajeno a las circunstancias cotidianas de una alegria siniestra,
Ajeno al amor que profesa el humano de las horas.
Días que no llegan
Y así recobran la valentía para reconstruirse sobre sus cimientos.
Días que no llegan como asperas gargantas que se dilatan en el miedo,
Como falsas esperanzas que nublan la cabeza
Que habitan carentes de moraleja sobre lo que es y nuca va a cambiar.